La visión responsable
Ante
una cosa, el filósofo no se pregunta, como el científico, por sus propiedades
particulares –mineral, vegetal, animal, cuerpo celeste, echo psíquico o
histórico, forma social o política, ley,
enfermedad, obra literaria o artística, etcétera-; se pregunta por lo que tiene
de realidad, es decir, por el tipo de realidad que le corresponde. No es lo
mismo una piedra o un pino o un caballo, o bien el número 7, o el triángulo isósceles,
o la raíz cuadrada de 2; o una sirena o un centauro; o un soneto; o Don Quijote;
o Cervantes; o Dios.
El
filósofo se pregunta cuál es el puesto que en la realidad tiene cada uno de
esos objetos, dónde hay que ponerlo, cuáles son sus atributos y su manera de
comportarse y cómo se lo puede conocer. Y tiene que preguntarse igualmente por
la realidad en su conjunto, por su estructura, las jerarquías o grados de realidad que hay dentro
de ella, las relaciones o conexiones entre todas las cosas que son en un sentido
o en otro, reales.
Se
puede pensar que la filosofía es muy difícil, que no se puede comprender, que
sólo muy pocas personas la entienden. No es así; hemos visto que en el fondo es
lo que todos los hombres hacemos todo el tiempo; si es así, ¿cómo no vamos a
comprender eso que sin darnos cuenta hacemos?
Cuando
se es muy joven, no se comprende la filosofía, pero no porque sus razonamientos
sean muy complicados –los de las matemáticas suelen ser más
difíciles- sino porque el niño no ve el problema, no ve en que consiste la
pregunta. Cuando se llega a la primera juventud se puede entender, y el
joven que "ve" la filosofía suele entusiasmarse. Los discípulos de
Sócrates y Platón eran muchachos muy
jóvenes. Y es mejor acercarse a la filosofía con frescura, con inocencia, sin
saber nada, dispuesto a abrir los ojos y mirar.
La
única dificultad que tiene la filosofía es que tiene una estructura, un orden,
distinto del que tienen otras ciencias, por ejemplo la matemática.
Ésta tiene una estructura lineal: si un libro de matemáticas tiene
veinte teoremas, necesito entender los tres primeros para entender el cuarto,
pero no necesito saber el quinto; cada uno se apoya en los anteriores, pero no
en los posteriores, y se estudian y aprenden linealmente. En la filosofía, las
verdades se apoyan unas en otras, mutuamente. Si se lee la primera página de un
escrito filosófico, no se la comprende íntegramente; al leer la segunda la
primera empieza a aclararse, y así sucesivamente; la comprensión total de la
primera página no se logra hasta que se ha llegado a la última. Ésta estructura
circular (o espiral) es lo que se llama sistema:
un conjunto de verdades, cada una de las cuáles esta sostenida y probada por
todos los demás.
Por
esto es un error, cuando se lee un libro filosófico, no pasar del principio
hasta haberlo entendido perfectamente: no se entenderá nunca. Hay que seguir,
recibiendo nuevas aclaraciones a medida que se avanza, hasta el final. Las
iluminaciones se van sucediendo, se van viendo nuevas conexiones, se descubren
relaciones inesperadas, y por eso la lectura de un libro filosófico
es apasionante, como la de una buena novela.
Esta
comparación no es justificada: la filosofía es una teoría dramática, una aventura
humana, del hombre que filosofa creadoramente o del lector que revive esa
teoría. No se entiende nada humano más que contando una historia, y la
filosofía tiene ese elemento dramático o novelesco, que la hace plenamente
inteligible. La dificultad de la filosofía reside en esa estructura: una vez
reconocida y aceptada, resulta ser lo verdaderamente inteligible; lo que de
verdad se comprende; a su lado, todas las demás formas de intelección carecen
de última claridad.
A
la filosofía le corresponde la evidencia. Nada es filosóficamente entendido
sino se ve que es así, que tiene que ser así. Y ésta evidencia tiene que
renovarse en cada momento, si se trata de una comprensión filosófica.
Supongamos que un profesor demuestra perfectamente
en la pizarra que los tres ángulos de un triangulo valen dos rectos, o el
teorema de Pitágoras, o la regla de la división. Si se nos pregunta porque es
así, porque aquello es válido, contestaremos que "está demostrado",
que un profesor nos lo demostró de manera concluyente cuando estudiábamos en el
colegio o el instituto. No nos acordamos de la demostración, pero recordamos
perfectamente que el profesor la dio de manera convincente. ¿Vale esto en
filosofía? No. Esta evidencia debe estar renovándose en cada instante, tiene que
estar presentando sus títulos de justificación; no se puede aceptar nada por autoridad –ni siquiera por el
recuerdo de la evidencia, por la evidencia pasada-, sino por la evidencia
actual.
Por
eso la filosofía puede definirse como la visión responsable: es una visión,
algo que en cada momento se esta viendo; pero no basta; es una visión que se
justifica, que muestra sus razones, que
"responde" de lo que ve y responde a las preguntas.
Las
preguntas radicales
La
filosofía se hace las preguntas radicales, aquellas que necesitamos responder
para estar en claro, para saber a qué atenernos, para orientarnos sobre el
sentido del mundo y de nuestra vida, para saber quiénes somos y qué tenemos que
hacer y qué podemos esperar, qué será de nosotros. Entre muchas certezas y
conocimientos, necesitamos una certidumbre radical, tenemos que buscarla, si
queremos vivir como hombres lúcidamente, y no a ciegas o como sonámbulos.
Se
dirá: ¿Es que podemos alcanzar esa certidumbre? ¿Es posible ese saber superior
y más profundo, ese núcleo del pensamiento filosófico que se llama metafísica?
No sabemos si es posible: sabemos que es necesario, que lo necesitamos para
vivir.
Las
ciencias son diferentes. Un problema científico que no tiene solución no es un
problema. En filosofía, no. En primer lugar, porque no se sabe si acaso pueda
tener solución con otro método, planteado de otra manera mejor; en segundo
lugar, porque la filosofía no necesita tener éxito: tiene que enfrentarse con sus problemas, no puede contenerse con eliminarlos. Es la
condición de la vida humana; el hombre no necesita tener éxito, le basta con
intentar hacer, lo mejor posible, lo que debe hacer. La filosofía no puede
renunciar a sus problemas fundamentales, porque entonces renuncia a si misma,
deja de ser filosofía (es lo que le pasa a gran parte de lo que hoy se llama
filosofía).
No
hace falta ser un filosofo creador, original, para tener acceso a la filosofía.
El
que lee filosóficamente a un filósofo, o lo escucha, repiensa su filosofía, se
la apropia, la hace suya. Repite dentro de sí mismo el movimientomental que llevó al filósofo a preguntarse algunas
cosas, que lo condujo con un método riguroso de evidencia en evidencia, a
ciertas visiones:soluciones o un nuevo planteamiento
más adecuado del problema.
El
filósofo es un hombre audaz, que se atreve a enfrentarse con la realidad,
interrogarla, levantar el velo que la cubre y tratar de ponerla de manifiesto,
hacerla patente. Por eso, la tentación del filósofo es soberbia. Pero si es
verdadero filósofo, tendrá que llegar a una profunda humildad: primero, porque
tendrá conciencia de que la realidad es
problemática, que ninguna verdad la agota que cuando dice "A es B",
no quiere decir "A es B y nada más", sino que su propia visión se
podrá y deberá integrar con otras, que no se excluyen forzosamente; segundo,
porque lo que hace no es dictar a la realidad cómo es o debe ser, sino al
contrario. Ver cómo es, reconocer que es así, aceptarlo. La filosofía requiere
el valor de enfrentarse con la
realidad –toda realidad, sin amputaciones ni exclusiones, en todo su
problematismo-, pero significa la aceptación de la realidad, el sometimiento a
una verdad que el filósofo no produce ni impone, sino descubre.
Los
otros conocimientos, las otras ciencias, la experiencia de la vida, las crisis históricas, todo eso
lleva al hombre a algunas preguntas esenciales que van más allá, que no tienen
respuestas prácticas ni dentro de cada una de las ciencias positivas. Hay
problemas que no tienen su lugar en la física,
lapsicología o la historia; pero son
problemas para el físico, el psicólogo o el historiador, para el hombre que
cada uno de ellos es (como para el hombre de la calle). Esas mismas ciencias
plantean un problema que excede de ellas mismas: ¿cuál es su puesto en el conjunto
del saber? Y ¿cuál es la realidad de su objeto? El físico estudia la naturaleza, la mide, descubre sus leyes;
pero no se pregunta qué es la naturaleza o por qué hay naturaleza. La pregunta
por la realidad histórica no es tema de la historia. Las ciencias particulares
dan por supuesto su objeto (por eso se llaman ciencias positivas), pero el
hombre no puede dar nada por supuesto si quiere tener una ultima claridad. Esa
es la función,
la exigencia de la filosofía.
Por
otra parte, la filosofía no empieza nunca en cero. No solo parte de innumerables
noticias, experiencias, conocimientos, sino que descansa sobre un subsuelo de
creencias, se inicia en una situación social, histórica, personal que
condiciona el horizonte de los intereses, las curiosidades, las inquietudes;
que hace que un filosofo mire en una u otra dirección, que eche de menos, claridad sobre unas cosa y no
sobre otras. La filosofía tiene siempre, para emplear una expresión de Ortega,
una "prefilosofía" que normalmente olvida y deja a su espalda.
Hay
que aclarar este importante cuestión. La idea de una filosofía sin supuestos,
que no parta de otros saberes, que empiecen en cero, como antes dije, es
completamente ilusoria. Pero si la filosofía olvida todo eso, no tiene plena
realidad, no se aclara sobre si misma, no es estrictamente filosófica. Tiene
que contar con todo eso que es su punto de partida que la condiciona, pero
tiene que dar razón de ello, es decir, justificar filosóficamente. Nada de eso será
filosofía hasta que la filosofía lo absorba, lo ilumine, justifique, y así lo
eleve hasta el nivel de la filosofía misma.
En
este sentido, toda filosofía es histórica, esta "a la altura del
tiempo", es la propia de cada época. Y no puede olvidar que lleva dentro
toda las demás del pasado, que a llegado a ese nivel, es un proceso sin el cual se la podría
entender. La filosofía no es separable de su historia, pero esta remite al
presente: nos obliga a hacer filosofía, por que todas las demás, de pretérito,
no nos sirve, no son suficientes, porque están pensadas en situaciones
distintas de la nuestra, porque no se enfrentan, al menos de manera adecuada,
con nuestros problemas, aquellos que nos obligan a filosofar. La filosofía del
pasado no queda arrumbada o rechazada: queda absorbida, incorporada en la
actual; el filósofo filosofa con todos los demás que lo han precedido, y no
puede reducirse a ninguno.
La
verdad de la vida
"Una
vida no examinada (es decir, sin filosofia) no es vividera para el hombre", decía Platón.
"Todas las ciencias son más necesarias que la filosofía-decía
Aristóteles-; superior, ninguna." La filosofía "no sirve para
nada", y por eso no sirve a nadie: es la ciencia de los hombres libres.
"Si la sabiduría es Dios, el verdadero filósofo es el amador de
Dios", decía San Agustín. Y Spinoza la ve como amor Dei intellectualis.
"amor intelectual a Dios". Y Ortega, en su primer libro. Definía la
filosofía como la "ciencia general del amor".
Esa
conexión entre amor y filosofía es esencial, porque la filosofía busca la
conexión general de todas las cosas-eso es precisamene la razón-, y eso es obra
del amor. Por eso la filosofía consistió, desde el principio, en la máxima
dilatación del espíritu, hasta llegar a preguntarse por el todo. ¿Qué es todo
esto? Por este camino se llegó a descubrir la naturaleza, más allá de cada
cosa,y como principio de explicación de ellas (la naturaleza de las cosas). La
idea cristiana de creación llevó a ver el mundo como criatura, con una realidad
fundada en la de Dios creador. La evidencia del carácter único e irreductible
de eso que llamamos "yo" llevó al pensamiento moderno (Descartes y
sus continuadores) al idealismo, a la afirmación del yo pensante como la realidad
primaria, de quién serían "ideas" todas las cosas. Pero nuestro
tiempo ha visto que, si bien es verdad que nada puedo saber sin mí, sin ser yo
testigo de los demás. Yo no me encuentro nunca solo, sino rodeado de cosas, en
un mundo, haciendo algo con él, algo que se llama vivir. Y al vivir encuentro,
de una manera o de otra, todo lo que hay, presente y manifiesto o latente y
oculto, accesible o inaccesible, desde mi propio cuerpo y las cosas que me
rodean hasta Dios, del cual encuentro en mi vida al menos la noticia o
revelación.
La
filosofía es el descubrimiento de un horizonte de preguntas ineludibles.
Volverse de espaldas a ellas es renunciar a ver, aceptar una ceguera parcial,
contentarse con lo penúltimo. Significa, pues, la filosofía un incalculable
enriquecimiento del mundo. Es además una disciplina moral: la exigencia de no engañarse, de no aceptar como
evidente lo que no lo es. (Sin que esto quiera decir que hay que rechazar lo
que no es evidente, porque muy pocas cosas lo son.) Es sobre todo, una llamada
a la lucidez, a ese "señorío de la luz sobre las cosas y sobre
nosotros mismos", de que hablaba Ortega. Y con ello, una llamada a la
autenticidad, a la verdad de la vida, a ser cada uno quien verdaderamente
pretende ser.
El
último fruto de la filosofía es la aceptación del destino libremente elegido,
eso que se llama vocación.
gracias lice esta muy claro
ResponderEliminarHOLA LIC. Está muy buena la información.
ResponderEliminar2do Bachillerato Paralelo B.
hola licen esta muy bien la informacion soy del 2do bachillerato b
ResponderEliminarBuenas Noches Lic la tutoria presente indica un buen argumento completo que ha llegado ha sorprenderme, la frases que mas me gusto fue la siguiente por ende me identifico, Ser una persona joven no llega a comprender claramente lo que es filosofia incluso me identifico por eso llego a citarlo..
ResponderEliminarCuando se es muy joven, no se comprende la filosofía, pero no porque sus razonamientos sean muy complicados sino porque el niño no ve el problema, no ve en que consiste la pregunta. Cuando se llega a la primera juventud se puede entender, y el joven que "ve" la filosofía suele entusiasmarse.
Mi criterio acerca de la tutoria es: La visión responsable la filosofía podría definirse con tres palabras: la visión responsable¿, es decir, la que define la realidad sea cualquiera que sea y tal como se presente. El subtítulo, ¿una filosofía desde dentro¿, responde al esfuerzo que debe hacer el individuo de no renunciar a la filosofía si quiere conocer la realidad; de lo contrario se verá expuesto a la sofistería, a la indiferencia y, sobre todo, al desprecio de la misma realidad con la que habita.
ResponderEliminarEn lo personal vision responsable consiste en llegar a las personas tal y como son las cosas la verdad de los temas que uno pueda opinar o sugerir para que este sea real siempre se debe hablar con argumentos y tener una profunda conviccion de lo que se esta hablando o haciendo con responsavilidad.
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